Ya no se puede tener una conversación con nadie, porque ya todos los memes fueron vistos, los chistes fueron hechos y las risas ya fueron causadas, los videos virales ya fueron reproducidos y las opiniones rancias ya fueron oportunamente repudiadas. Esto está muy bien y es muy útil para salir de silencios incómodos y situaciones en las que uno está obligado a compartir tiempo con gente que no elegiría, v. g. en el trabajo. Pero cuando la lógica de la viralidad infesta el conjunto de relaciones sociales todo se vuelve una cámara de resonancia detestable en dónde todo el mundo habla de lo mismo y parece no haber lugar para lo nuevo excepto mediante la acción de deslizar hacia arriba . Ahí aparece lo nuevo, que para cuando sea compartido con otra persona ya será viejo porque esta persona también ya lo vio. Es importante destacar cómo, en este sentido, la lógica de lo viral se opone casi punto a punto a la práctica social de la anécdota . Ambas son formas de reproducción de sentido y de l
El mediodía es el único momento tolerable de los días de invierno. Es cuando el sol está bien arriba y, a través de un tibio calorcito que te pega en los cachetes, casi como el recuerdo de un sol viejo que alguna vez fue pero que ya no es, uno por fin siente que no somos un punto perdido y olvidado en el vasto universo. Las otras 23 horas del día parece que uno sólo espera la muerte. Claro, ahí es cuando aparece alguien que levantando el dedo índice nos dice: "es que, de hecho, sí somos un punto perdido del universo". Esa gente vive como si no habría nada por descubrir, como si el asombro sea algo de lo que avergonzarse por infantil, como si lo que habría que hacer es una tarea de resignación programada, rutinariamente planificada como para pasarla lo menos peor posible hasta que llegue el día final. Nosotros, por el contrario, no creemos que haya que arrodillarse frente a la muerte, no en el sentido de que contengamos algún delirio de vida eterna, sino porque morir, si uno s